lunedì 2 luglio 2007

"Lontano da Itaca" - Franco Mimmi presenta su nueva novela en el Istituto Italiano di Cultura de Madrid”

Manuel Gil Rovira - laRepúblicaCultural.es - Publicado el Jueves 7 de junio de 2007

Título: Lontano de Itaca
Autor: Franco Mimmi
Editorial: Aliberti editore. Reggio Emilia (Italia)
Año: 2007

El pasado día 31 de mayo en el Istituto Italiano di Cultura de Madrid, y dentro de esas iniciativas que saludamos los que pensamos que no es malo saber y conocer de las novelas y los escritos que en otras lenguas de la Unión Europea y de cualquier geografía se han publicado aún antes de traducidas, Franco Mimmi presentó su último relato publicado: “Lontano da Itaca” (Reggio Emilia, Aliberti, 2007). En la presentación esta vez, junto al autor, estaba la crítica literaria Mercedes Montmany. Desde el principio, y por lo que diré más tarde (la novela, como siempre la he podido leer después del acto o gracias a él), intuíamos que íbamos a estar ante un producto libro consciente de todas sus consecuencias, de todo cuanto quiere encerrar el título. Para Mercedes Montmay: la Odisea como taller de escritura; para Mimmi: la transmisión del saber del padre al hijo. El conocimiento como realidad querida o no, hecho humano, o el conocimiento como castigo de Dios o los dioses.

El libro, que hojeaba durante la presentación es sí, un libro de viajes, porque es de vuelta, del “desexilio” que habría dicho Mario Benedetti. ¿Qué pasa cuando los viajes se acaban?” “¿Hemos viajado?” “¿Hemos estado en…?” nos deja colgando Mercedes cuando nos traslada su lectura del libro. Mimmi entonces se relee a sí mismo y relee a Pascoli en lo que es un viaje de vuelta de los sabios que miran cuanto han dejado volviendo. La lectura de Montmany es Mimmi en una de sus constantes: Penélope diciendo, diciéndose: "¿Por qué has vuelto Ulises? ¿Por qué siempre para hablarme de Troya?" Y, entonces, la autolectura de Mimmi es el libro como corpus entero, la narración que cuenta viaje y Troya, esa transmisión de saber que implica esa idea suya de que no hay peor libro que el que no sirve para nada. Por eso el libro, el corpus es, claro, la narración de Franco, pero también y fundamentales los apéndices de las fuentes, de las lecturas de la Odisea, siempre de la Odisea que va de Kavafis a Tennyson, Pascoli, a Dante, en este orden. Y sí, la Odisea leída también a través de sus lecturas, porque no es el poema épico, no es la Ilíada, es el poema del hombre, es el poema moderno, es el viaje de Odiseo. Para Mercedes Montmany, en lectura absolutamente confluyente con la del autor pero no idéntica, es contar Troya, la Troya de vuelta de manera recurrente tras el regreso a casa, como presentación y reivindicación de la propia identidad aunque esto implique contarlo en la taberna que ha abierto Telémaco con el nombre como reclamo publicitario. Para Mimmi, es contar al protagonista castigado, al “titán” mediador entre hombres y dioses que en lo humano establece su expresión de libertad y de dignidad (y de experiencia rehecha también, aunque de otra manera, en Telémaco, como dejó entrever, y estoy de acuerdo, Yvonne Aversa en su pequeña intervención). Contar al ser humano en sus días.

Pero la novela es al fin y al cabo novela y es de viaje y es de Mimmi y, por tanto -perdón por desvelar este dato, será el único- irá encontrando explicación o, mejor, construcción, a lo largo del camino, porque quienes importan son Ulises y Penélope. “Se gli Dei”, gli aveva detto, “ti promettono una vecchiaia migliore di quanto non fu il resto della tua vita, rallegrati e vinci ogni angoscia” (“Si los dioses” le había dicho “ te prometen una vejez mejor de lo que había sido el resto de tu vida, alegrate y vence toda angustia"). Entonces, el viejo Ulises que esto había escuchado diez años antes a su regreso a Ítaca "si rese conto che non aveva più parlato alla sposa ritrovata, ma a se stesso, e che nell’emozione del ricordo erano entrati sentimenti diversi, intimi, segreti, ma non tanto segreti che una donna innamorata non potesse avvertirli, indovinarli, penetrarli". ("Se dio cuenta de que no le había hablado a la esposa reencontrada, sino a si mismo, y de que en la emoción del recuerdo habían aparecido sentimientos varios, íntimos, secretos, pero no tan secretos como para que una mujer enamorada no los pudiera advertir, adivinar, penetrar").

Son esos días enteros de la nostalgia de lo hecho en viaje que entonces era futuro y ¿ahora? Ahora me sugiere Dolores Castro para añadir al corpus de Mimmi que incluyamos a un Borges ya leído como relectura: “Ya en el amor del compartido lecho/ duerme la clara reina sobre el pecho/ de su rey pero ¿dónde está aquel hombre/ que en los días y las noches de destierro/ erraba por el mundo como un perro/ y decía que Nadie era su nombre?”

Leído de nuevo a Mimmi y tras haber escuchado a Franco y a Mercedes en esa presentación que tenemos que agradecer a la inciativa del Istituto Italiano di Cultura de Madrid y de su librería, sólo me queda decir que, en cuanto a los amigos que observan las historias de Ulises y sus nombres, que en cuanto a los nombres de los personajes, que en cuanto a la profecía de Tiresias que tanto tiene que ver con la novela y el título, etc… los lectores tendrán que pasearlos leyendo también la Odisea y los trágicos griegos como parece querer el autor que busca y lee desde la transmisión de padre a hijo, de generación a generación, de experiencia a experiencia, de escritura a escritura. Era así en tantas de sus otras novelas y recuerdo ahora al Cicerón (De senectute) y al Jacques Brel de Una vecchiaia normale; al Eliot, al Carol Reed (El tercer hombre) y la Maria Bethania, etc… de Un cielo così sporco. Vuelve a ser así en esta Lontano da Itaca con Homero, y también con los ya citados Kavafis, Tennyson, Pascoli o Dante que, como he dicho, en este caso forman parte/ corpus del libro.

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